y
volvamos reencarnándonos en dos vidas idénticas y
cuando en el
umbral redescubierto de una noche de miércoles
pretérita tras
chocarme contigo, girándote, me digas: uy, perdóname,
ruego que
permita al Dios autentico que recuerde el futuro de
este cántico, y
anticipándolo, pueda mirarte directo a los ojos y
conociéndolo muy
bien, sabiendo el de venir de futuras esdrújulas,
destrozando de un
pisotón mi brújula te diga: Solo quiéreme”.
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